¿Epidemia erótica?

La incapacidad de sostener amores estables y la búsqueda del sexo como escapatoria.

Sissi Ciosescu / Especial para Clarín Mujer

¿Será porque dicen que se acaba el mundo? Lo cierto es que cada vez se “sexea” más, del verbo “sexear”, un neologismo de este siglo XXI. Casos de sexo clandestino, amantes despechados, triángulos,adictos al sexo, rupturas matrimoniales y aventuras a granel. Un desliz, una calentura, un accidente. Un detonante de algo más profundo y tortuoso. O, simplemente, la liviandad de estos tiempos de zapping que vienen de la mano de los sex-shops y muchas alternativas para establecer vínculos legales o clandestinos vía Web, chat, con o sin cámara.

Gustavo (50), casado, ensaya el argumento que se escucha a menudo: “A mi mujer le debo lealtad que no es lo mismo que fidelidad. El hombre es polígamo por naturaleza; yo tengo mis salidas sexuales equiparables a disfrutar una cena o un buen puro. Y esto no afecta a mi matrimonio”.

Para la psicoanalista Haydée Capolechio, este es el caso del que “escinde amor sin sexo y sexo sin amor, lo cual, en un sentido, es más viejo que el mundo. Pero, ¿por qué no nos preguntamos por la clase de vacío que provocará el sexo sin pasión? Parece que estamos en ese camino, donde el sexo tiene el valor de un lomo al champiñón”, compara.

María Cecilia (35), que acaba de iniciar la convivencia con su novio, dice que “asistimos a la desacralización del sexo; por milenios, los católicos asociaron sexo con pecado carnal, los hindúes lo elevaron a lo trascendente considerando al orgasmo un éxtasis de comunión con lo divino, al punto de que hay ceremonias como la Chakrapuya en honor de la Kundalini (vagina). Creo –dice como socióloga, aunque habla también desde lo personal- que el sexo es como el jean: una prenda de uso masivo que a todos nos queda bien, que nos democratizó y nos genera placer y comodidad”.

Promiscuidad, diversión y pánico

¿Por qué se tiene sexo cada vez con mayor necesidad? Una respuesta posible es “el arraigo a la vida”. Este ejercicio amatorio vivifica. Es que bajo las sábanas de muchos amantes, además de placer hay fantasmas de pérdidas o miedos de finitud.

Para muchos, es menos complejo: sexo es placer y diversión, quema calorías y desestresa, sin tanta interpretación existencial. Según Marcelo (43) casado y con dos hijos, “tengo claro hasta dónde llego con mi mujer; tenemos buena cama y lo hacemos con amor. Pero yo necesito más. Entonces, discretamente, me las arreglo por fuera: unas amigas -como yo, casadas, pero con más ganas- y un celular”.

Las mujeres primero

Pomadas vaginales y otros estimulantes afrodisíacos son consumidos por las que buscan mejorar su performance. Hace más de ocho años que Leticia (47) -dirigente empresaria, recién divorciada- disfruta los servicios de un taxi-boy. “Empezó en San Pablo, en un viaje de negocios. Me alojé en un hotel de categoría y un día me llamó el conserje. Respetuosamente, me ofreció un ´garoto´ para mi ´mejor estadía´. Yo estaba deprimida a pesar del éxito comercial. Acepté. Al rato llegó un muchacho de treinta y pico con una botella de Pommery. Fue la primera vez”, relata.

Algunos lo toman como una clase de aerobics, como un “service higiénico”. Otros, lo ven mal. El sexo con amor sigue al tope de las preferencias femeninas. Pero, cuando el amor se acaba, ¿termina el sexo? Respuesta difícil…

La necesidad de amar

En días de vínculos líquidos, el paradigma condescendiente de las monogamias sucesivas se justifica en que no se puede amar y tener sexo con la misma persona para siempre; que es menos hipócrita cortar una relación y empezar otra.

Al respecto, la psicoanalista Copolechio reflexiona y pregunta: “En esta época -a la que identificamos así, líquida, tal como dice Zygmunt Bauman-, pareciera que la brecha estructural entre amor y sexo se profundizara, y que el tener sexo se volviese una mercancía más preciada que el tener amor. ¿Qué es lo que nos está pasando? Acaso, ¿se silenciará en estos tiempos la necesidad de ser amados y de amar, como en otros tiempos se ocultaban las practicas sexuales?”

Fuente: www.entremujeres.com