Pansexualidad: cuando el deseo no distingue sexo ni género

Hace unos días atrás la cantante norteamericana Miley Cyrus hizo declaraciones en la revista británica Elle acerca de su orientación sexual. No es lesbiana, tampoco heterosexual. Se podría enamorar tanto de una mujer (cismujer) como de un hombre trans, como de una mujer trans como de una persona intersexual. Posibilidades que no excluyen nada y fluyen libres como el deseo. Pero, ¿qué es la pansexualidad?

En la variedad está el gusto”, afirma el dicho popular y nunca más acertado en estos tiempos de diversidad y apertura a una multiplicidad de variantes amorosas y sexuales. La diferencia sexo/género poco a poco se instala en el conocimiento general e interroga y cuestiona la clásica dupla: varón-mujer / masculino-femenino. Se habla de cisgénero, transgénero, transexuales, intersexuales, disconformes con el género, andróginos, etc.; distintas maneras de sentir y vivir la identidad sexual no establecidas por el sexo de nacimiento.

Deshacer el género

Si hacemos el ejercicio de reflexionar sobre “qué nos hace hombres o mujeres” más allá de la respuesta clásica asociada al cuerpo: “porque tenemos pene o vagina”, encontraremos que en nuestro mundo interno coexisten pautas clásicas y otras no tanto en lo que se refiere a la masculinidad y la feminidad. La configuración subjetiva de género está determinada entonces por el influjo social, histórico, cultural, además de por factores de raza y etnia.

Sentirse mujer u hombre en el siglo XIX seguramente era bien diferente a lo que es en la actualidad. La identidad de género se refiere entonces a ese sentir profundo que es dinámico (está sujeto a cambios sociales, culturales, modas, etc.) y que regula este conocimiento singular: la sexualidad. Más más allá de las categorías, la vivencia sexual será siempre una experiencia propia, única, personal.

Orientación sexual

Así como existe una variedad de formas de expresión de género, la orientación sexual no se queda atrás. Vale la pena aclarar la diferencia entre género y orientación. Género es la identificación sexual interna, subjetiva, más allá del sexo biológico. La orientación sexual hace a la relación amorosa y/o sexual con otr@/@s, al contacto, a la atracción:heterosexualidad, homosexualidad, bisexualidad, asexualidad, pansexualidad, multisexualidad, etc. Una persona puede identificarse con un género y tener una o varias formas de orientación sexual, siendo la situación inversa mucho menos frecuente.

La pansexualidad

Ser pansexual (el prefijo pan proviene del griego y significa “todo”) es sentir atracción estética, amorosa, sexual, por las diferentes formas de género, ya sea aquellas en las que existe acuerdo entre el sexo biológico y el género (cisgénero) o en las hay desacuerdo  (transgénero). Las personas pansexuales tienen orientaciones cambiantes. Esto no significa que sean inestables en sus relaciones, pueden tener parejas que perduren en el tiempo, solo establece que sus elecciones abarcan una amplia gama de posibilidades y se dan la libertad para dar curso a sus deseos. Los pansexuales se diferencian de los bisexuales. En la orientación bisexual la persona tiene contactos hétero u homo con otras personas (no transgénero), pero prefiere una de las dos, es decir, el máximo placer o la posibilidad de enamorarse define una de las formas.

Más visibilidad, por favor

Es posible que ésta, como otras formas de vivir la sexualidad, haya estado reprimida para dar respuesta a las exigencias sociales, signadas por rígidas normas, casi incuestionables. En esta etapa del siglo XXI “salir del closet” no significa solo sacar del encierro la orientación homosexual, es también visibilizar las variedades de género, de orientación, de relaciones. En síntesis: convertir la sexualidad en una capacidad humana crucial para llevar una vida más plena.

Pareciera que todo aquello que se aparta de la normativa binaria de género (hombre-mujer) todavía llama la atención o se comprende a medias. Para algunos la diferencia entre sexo y género es una teoría que subvierte el orden natural. Los dogmas religiosos son inflexibles e insisten en “lo natural” como regente de la vida sexual. Pero si así fuera, no estaríamos en condiciones de amar, de abrazar, de gestar proyectos amorosos fuera del celo y la genitalidad procreadora.

Por el doctor Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo.

Fuente: www.entremujeres.com