“Slow sex”: la moda de alargar el tiempo erótico.

¿Cuánto minutos le dedicás al encuentro sexual? Seguramente, menos de los que deberías. El movimiento Slow es una invitación a disfrutar del erotismo y darle mayor calidad a la relación. Te contamos de qué se trata.

Todo aquel que se considere un buen amante sabe que el camino a recorrer es más importante que llegar a la meta. Y en este recorrido placentero el tiempo y la dedicación son garantía de placer.

A veces las parejas se acostumbran a tener relaciones sexuales de corta duración, adaptando el cuerpo y la mente a formas rígidas, o con escasas variantes. Las causas de tal grado de esquematización no solo derivan del tiempo de convivencia, del estrés y de la ansiedad que todo lo puede; también, y fundamentalmente, existe una dificultad para disfrutar, una internalización de la urgencia como un atributo subjetivo, una especie de impronta que dirige nuestras vidas en búsqueda de satisfacciones inmediatas.

Hace unos años el movimiento Slow viene propagando el concepto de más lentitud en las acciones humanas como garantía de una mejor vida. Y el sexo está comprendido entre las conductas que más podrían beneficiarse a la hora de darle tiempo al placer.

El Slow sex no es sexo tántrico (no es una disciplina oriental ni entrena el control del orgasmo), es una invitación a disfrutar del sexo otorgándole mayor calidad a la relación. Para que el cuerpo físico se convierta en cuerpo sensorial (que registre las sensaciones placenteras que se producen en él) se requiere de tiempo, detenerse en la acción (toco, soy tocado, y siento) y que el sexo no se limite a la genitalidad.

¿Cuánto tiempo le dedicamos al sexo?

Si bien es difícil hablar de un promedio de tiempo del acto sexual, existen algunas aproximaciones. El promedio mundial es 19,2 minutos. Es posible que los argentinos se acerquen más a las marcas de los europeos (españoles: 15,2; británicos: 14,5) y se alejen a los brasileños, que le dedican 27,2 minutos al erotismo.

Si bien el argentino hace gala del cortejo amoroso (labia, pinta, seducción…) y se vale del tiempo “real y virtual” para desplegar sus atributos, no sucede lo mismo en la cama. Allí se dirime la verdad de lo dicho durante la conquista (y hasta es posible sumar puntos) o se revelan las inseguridades y las mentiras.

La importancia del juego previo

Los modos actuales en la cama ya no tienen la penetración como una meta imprescindible. Poco a poco, el juego erótico se incorpora con todo su poder como una fuente de placer y de conocimiento del cuerpo propio y el del partenaire sexual.

Los sexólogos sostenemos que toda relación erótica empieza mucho antes, cuando alguno de los dos, o varios, o una persona empieza a pensar o a fantasear en tener sexo. Así, se desplaza la supremacía del coito y se pone especial acento en la amplitud que debe tener el contacto.

Muchos problemas sexuales aparecen como consecuencia de la presión que ejerce cumplir con la norma de la genitalidad (basada en la procreación y no en el placer). Se deja de lado el cuerpo, las sensaciones erógenas y, fundamentalmente, el vínculo con la desnudez física y sensorial del otro.

La ansiedad por cumplir lleva a que muchos varones apuren la interacción erótica. Para otros será el “no innovar” la garantía de efectividad. Y en todos los casos el miedo a perder la erección será la condición de alerta que subyace.

Cuando el deseo se enciende después

En el año 2001 Rosemary Basson introduce el concepto de respuesta sexual humana cíclica, rompiendo con la linealidad propuesta por investigadores como Master-Johnson- Kaplan (deseo, excitación, orgasmo). El modelo de Basson supone que el orgasmo por sí solo no indica satisfacción ni es una meta final del recorrido del acto sexual y que el deseo puede aparecer desde el principio, o en cualquier momento del juego erótico.

Si bien la postura de Master-Johnson- Kaplan basada en la respuesta lineal se ajusta más al comportamiento sexual masculino y la de Basson al femenino (la satisfacción no es exclusiva del orgasmo), en la práctica las mujeres pueden acercarse a un funcionamiento o al otro. En síntesis: no hay una forma determinada de respuesta sexual femenina y el deseo no necesariamente tiene que aparecer en un principio como ocurre en el hombre.

Esto explica por qué algunas mujeres se sienten satisfechas con un buen juego previo incluyendo, o no, estimulación del clítoris y otras quieren tener orgasmos como meta del encuentro sexual (incluso, piden ser penetradas para lograrlo). Sin embargo, el modelo de Basson rompe con la idea del deseo espontáneo e inicial -ya que este puede no aparecer desde un principio-, y lo hace después de comenzada la unión sexual.

Teniendo en cuenta estos conceptos que derivan de la investigación y de la experiencia con mujeres que consultan, es posible concluir que la importancia del tiempo y de la calidad del estímulo es imprescindible para que aparezca o se incremente el deseo sexual. Hay que agregar que a muchas mujeres se les hace difícil reconocer las diferencias entre sentir el deseo y la excitación, como fases separadas de la respuesta sexual humana.

En estudios recientes publicados en Journal of Sexual of Marital Therapy revelan que el deseo es mental y la excitación es corporal. Estas conclusiones explicarían por qué algunas mujeres “se mojan” sin sentir aún el deseo, lo cual llevaría a apurar la penetración por la falsa idea de que “ya está preparada”, cuando no es así.

Las claves del Slow sex 

* Mantener al sexo como una prioridad.

* Sexo no es genitalidad. El cuerpo tiene otras zonas erógenas preparadas para brindar placer.

*  El encuentro sexual comienza fuera de la cama: pensamientos, fantasías, deseos, etc.

* Crear condiciones adecuadas que potencian las ganas: salidas, insinuaciones, llamados cariñosos o hot durante el día.

* Si el sexo es una prioridad será posible, entonces, generar durante la semana espacios de intimidad.

* Cuanto más nos alejemos de la penetración como meta mejor será la interacción con el otro y con las propias sensaciones.

* El deseo sexual puede no aparecer desde un principio, pero con un estímulo adecuado puede encenderse.

* Estar lubricada no significa que una mujer esté preparada para la penetración. La lubricación puede ser solo una respuesta fisiológica que necesita aún más tiempo para que se acompañe de deseo.

Fuente: www.entremujeres.com
Por el doctor Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo.