Enamorados después del Matrimonio

¿Existe el amor y el deseo después del matrimonio? Qué pregunta tan difícil! Algunos autores, no sin humor e ironía, han dado respuestas a su manera, en frases que nos causan tanto risa, como desesperanza.
Vemos algunas:
“Algunos matrimonios acaban bien, otros duran toda la vida.” (Woody Allen. Escritor y director estadounidense)
“El matrimonio es la principal causa del divorcio.” (Groucho Marx. Humorista estadounidense)
“Uno debería estar siempre enamorado. Por eso jamás deberíamos casarnos.” (Oscar Wilde. Escritor inglés).
Ya sea que estemos casados o en un prolongado y comprometido noviazgo, el desenamoramiento es siempre una amenaza latente. ¿Por qué ocurre eso? ¿Qué nos sucede?
Algunos encuentran la respuesta en la química cerebral: durante el enamoramiento se segregan unas hormonas, que nos llevan a sentirnos totalmente encantados con el otro. Cuando dejan de segregarse al cabo de unos años, se termina “el encanto”. ¿Pero es así? ¿Podemos atribuir el desamor sólo a causas químicas?

Estamos seguros de que hay más que eso… Y es una suerte!!! Porque el amor no está irremediablemente condenado al fracaso, porque la mayor parte depende de nosotros… El desenamoramiento no es algo que simplemente sucede y sobre lo cual nada podemos hacer.
Para entender cómo podemos evitar que el matrimonio o un largo noviazgo se conviertan en la tumba del amor, tratemos de pensar qué nos lleva a desenamorarnos de aquélla persona que, una vez, hace ya muuuuucho tiempo, nos hacía temblar de solo escuchar su nombre.
1. Damos al otro por sentado: es bastante usual que después de casarnos, demos al otro por “sentado”, como “algo seguro”. Sensación que suele hacerse más intensa cuando tenemos hijos. Firmamos un documento que sentencia que a partir de esta fecha “me perteneces”; ahora que somos padres “tienes que estar conmigo por ellos”. Con toda honestidad: ¿Qué sentimiento amoroso puede crecer dentro de la obligación y la falta de libertad?
Si vemos al matrimonio como institución, entonces podemos “obligar” al otro a que se mantenga dentro de él. De hecho, hay leyes que lo respaldan. Pero no hay ninguna ley que nos “obligue” a amar al otro; y por supuesto, que obligue a nuestra pareja a que nos ame.
Debemos comprender que el matrimonio es sólo el comienzo de una etapa en la vida de los enamorados: NUNCA DEBE SER EL OBJETIVO EN SÍ MISMO, porque entonces, una vez alcanzado, también es su FINAL.
2. Nos acomodamos en la seguridad: Nos casamos… Hora de sacarnos los tacones y ponernos las chancletas… ¡Qué alivio!
Pero atención! no sólo las mujeres nos ponemos cómodas… ellos también… Y si bien la comodidad se siente bien, “cómoda” de hecho, nadie va a un baile en chancletas porque así los pies no me duelen… La comodidad es de “entrecasa” no para ir a la fiesta. Y estar enamorados es una Fiesta!
Osho, el famosísimo gurú indio, al respecto dice: “Creemos que el matrimonio es suficiente Nos esforzamos en mantener la institución: pero ¿qué hay de esforzarnos en mantener el amor? Los amantes crecen porque tienen que enfrentar desafíos a cada momento, y no hay seguridad. Tienen que recrear continuamente el amor. Con seguridad no tenemos la necesidad de crear nada…”
Y cuando No Creamos Nada, caemos en la rutina, el otro se vuelve aburrido, nosotras nos volvemos “aburridas”. Y el aburrimiento poco tiene que ver con el enamoramiento…

3. Dejamos de sorprendernos: Había una vez en que las cosas que hacía y decía nuestra pareja nos llenaban de admiración. ¿Se acuerdan de ese cuentito? Luego lo convertimos en “nuestro esposo o esposa”. Y desde el mismo momento en que definimos al otro como “mi esposo” lo despojamos de TODOS sus otros encantos y roles que tiene en la vida. Asumimos que sobre el otro ya lo sabemos todo, lo volvemos predecible y juramos que ya sabemos cómo es y cómo va a reaccionar. Y eso es completamente Falso!!!
Osho al respecto nos dice: “Para que el matrimonio funcione, hay que olvidar que uno está casado. Tú no estás con esa persona porque estás casada, estás con esa persona porque lo amas. No hay sentido de obligación, no hay una ley, castigos… Cada persona es un misterio infinito. Cuando se desarrolla el amor, el otro no puede ser reducido a algo “conocido”. Cuanto más conoces a una persona, más humilde eres, sabes que hay un mar profundo que no has descubierto”.
Así que sigamos descubriendo al otro. Y recordemos que también nosotras somos dignas de ser descubiertas… Para ello, sigamos teniendo proyectos, entusiasmándonos con el mundo que nos rodea, abramos nuestros horizontes… Volvámonos interesantes, pero primero seamos INTERESANTES PARA NOSOTRAS MISMAS! No basta con ser “la esposa de…”. Es seguro que si nosotras mantenemos el interés por nosotras mismas, él también lo sentirá!
4. Somos el rostro de “las malas noticias”: sucede casi inconscientemente, pero nos convertirnos en el rostro de las malas noticias. “La niña tuvo un problema en el colegio… hay que arreglar la humedad de la pared… no me alcanzó el dinero para…”. Si cada vez que abrimos la boca es para decir algo negativo, él nos va a asociar con lo negativo. Lo mismo nos ocurre a nosotras, si cada vez que él llega del trabajo, viene con los sempiternos problemas de oficina.
¿Quién se enamora de los problemas? Nadie: Ni tú, ni él. No estamos diciendo que no podemos hablar de estos temas, pero sí decimos que no deberían ser los únicos!!! ¿O es que acaso no tenemos más noticias buenas que dar? Seguro que sí!
5. Nos volvemos “caras”: esto le sucede a muchas mujeres: asumimos que lo valemos y que por eso deben darnos, darnos y darnos… Cuánto estrés, cuánta obligación, cuánta demanda!!! Viajes, mejores autos, más ropa… ¿Qué hombre puede seguir enamorado de una mujer que sólo demanda y para quien nada es suficiente? Llegará el momento en que él no podrá más… se cansará… se enojará. Quizás se pregunte por qué tiene que pagar un precio tan alto. Recordemos que lo caro es caro porque está sobredimensionado en su Valor, no porque lo valga.
Tal vez, en estas condiciones nuestro matrimonio continúe hasta que la “muerte nos separe”. Pero lo que sí es seguro, es que al amor lo hemos enterrado hace ya muuuchos años!
6. Nos hacen sentir poco deseables: así como nosotras nos volvemos “caras”, ellos pretenden que nos congelemos en el Tiempo! Algunos realizan continuas bromas sobre nuestra edad, comparándonos con otras mujeres más jóvenes, de cuerpos esculturales. Algunos hacen bromas… otros, se valen de comentarios más directos y crueles.
¿Podemos realmente amar a quien nos hace sentir miserables? De ninguna manera!!! Tal vez, nos aferremos a él por una especie de reto, nos deshidrataremos en algún gimnasio y nos sometamos a dolorosas cirugías… Pero nada de eso viene del amor, sino del miedo a perder o por un problema de auto-estima.
7. Cobramos retroactivo: “Si no me hubiera casado, hoy sería… hoy tendría… hubiera hecho…”. Cada quien puede completar los puntos suspensivos. Es bastante usual que de nuestros fracasos o sueños no cumplidos, responsabilicemos a nuestros matrimonios.
El amor no crece cuando existe este tipo de reclamos. Por el contrario, es la fórmula perfecta para aniquilarlo. En lugar de pensar en lo que “dejamos de hacer”, y de responsabilizar a “otros”, ¿no es mejor acaso, retomar aquello que deseamos hacer? Tal vez, ya no podamos hacer exactamente lo mismo, como convertirnos en campeonas de natación, pero nada nos impide volver a nadar, a pintar o estudiar. Los cobros retroactivos no ayudan a la pareja y mucho menos, a nosotras mismas! Vuelvan a entusiasmarse con sus antiguos proyectos. No sólo ustedes estarán mejor, verán que ese entusiasmo también los contagiará a ellos!
8. Nos volvemos incompatibles: Piensen en quiénes eran ustedes cuando se casaron. Probablemente han cambiado mucho, verdad? Hoy tenemos otros intereses, gustos y tal vez, hasta diferentes ideales. Bueno, a nuestra pareja le sucedió lo mismo. Y si cada quien tomó diferentes direcciones, es posible que hoy descubramos que no somos tan compatibles. El secreto aquí reside en buscar qué nos une, en buscar qué nos acerca, no lo que nos separa.
9. Nos convertimos en “parientes”: sí, dejamos de ser “amantes”, dos personas que se entusiasman el uno por el otro, para convertirnos en “parientes”, como si nuestro matrimonio fuese una imposición del destino. Así como nos tocó tal hermano, padre, tío, sobrino; pues nos tocó “este esposo”. Somos parientes, pero no pareja. Y entre parientes no hay sexo, deseo ni pasión!
10. Dejamos de admirarnos: uno de los mayores motores del amor, es la admiración. Cuando nos sentimos cómodos, perdemos el interés en seguir “impresionando” al otro. Y esto es una bola de nieve… porque nuestra falta de admiración, desmotiva al otro. Conclusión: ambos nos aburrimos uno del otro.
La mejor forma de motivar la admiración en el otro, obviamente es que primero nos admiremos a nosotras mismas. Para eso es vital que salgamos de la comodidad (taaan cómoda pero taaan sofocante), y nos enfoquemos en nuevos retos, para que sigamos entusiasmándonos con la vida, que nutramos nuestros espíritus. Y como venimos diciendo: ese entusiasmo es bueno para nosotras y contagioso para ellos!

Fuente:www.universoalessandra.com